Por qué las personas mienten


Las personas deciden mentir por diversas razones. Las más comunes para decir mentiras, evitar ser castigado es la principal motivadora tanto a niños como a adultos. Otros fundamentos típicos incorporan cuidarse a sí mismo o a alguien del daño, como también evitar experimentar la vergüenza, entre otros. Lo importante es saber, ¿por qué tendemos a mentir?


La base teórica principal proviene del libro Cómo detectar mentiras. El contenido del actual artículo presenta definiciones y breves explicaciones sobre la mentira por parte del autor Paul Ekman (2005).  

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@edithgdd
Para Ekman (2005, p. 22), “un mentiroso puede decidir que no va a mentir. Desconcertar a la víctima es un hecho deliberado; el mentiroso tiene el propósito de tenerla mal informada. La mentira puede o no estar justificada en opinión del que la dice o de la comunidad a la que pertenece”.


“El mentiroso puede ser una buena o una mala persona, puede contar con la simpatía de todos o resultar antipático y desagradable a todos. Pero lo importante es que la persona que miente está en condiciones de elegir entre mentir y decir la verdad, y conoce la diferencia”.

Una persona mentirosa puede ser vista como única en cuanto a decisiones. No se fijaría el hecho de ser considerada buena o mala persona en caso que decida engañar, porque es ella la que elige entre decir verdad o permanecer con la mentira.

Una persona puede mentir por las siguientes razones:


Evitar ser castigado

Es la justificación más frecuente por la que muchos dicen mentiras serias. Sin hacer énfasis en la edad de cada uno, es una estrategia utilizada para evitar ser castigado.
Cuando se trata de mentiras serias, en ellas existirá una intimidación de daño significativo si se descubre la mentira. Involucra dinero, relaciones humanas, pérdida de libertad o reputación.

Solo puede reflejarse en casos de mentiras muy serias, en donde el mentiroso sería sancionado si se detecta. Las mentiras son fáciles de detectar por el comportamiento:
  • Movimientos corporales
  • Mirada
  • Expresión facial
  • Palabras
  • Voz
Opina Ekman (2005, p. 340), “cuando comencé a estudiar este tema, no había modo de saber con qué me iba a encontrar. Existían afirmaciones contradictorias. Freud había dicho: «Quien tenga ojos para ver y oídos para oír puede convencerse a sí mismo de que ningún mortal es capaz de guardar un secreto. Lo que sus labios callan, lo dicen sus dedos; cada uno de sus poros lo traiciona”.

La intimidación o amenaza obliga a mantener una carga emocional y ello genera cambios involuntarios que ayudan a traicionar a la mentira. Las mentiras de la vida cotidiana en donde no importa mucho si se descubren, que no exista castigo ni recompensa, se comentan con facilidad.

Para obtener una recompensa

Ekman (2005, p. 331), piensa que “aunque hay mentiras de carácter altruista, mi discusión se ha centrado en mentiras menos gratas, en mentiras que se producen cuando una persona obtiene algún beneficio, casi siempre a costa del destinatario de la mentira”.

Por lo general, en mentiras serias se dice a la falsedad que esconda el premio o favorezca al mentiroso adquirido al quebrar una regla o expectativa explícita.

Para Ekman, “cuando este beneficio se obtiene contraviniendo una expectativa o una regla, nos hallamos ante una forma de engaño a la que llamamos hacer trampa. A veces es necesario mentir para hacer trampa, pero para ocultar que se ha hecho trampa siempre es necesario mentir.”

Ejemplo:
  • El esposo que comenta, que el timbre de su teléfono celular ubicado en su oficina se apagó repentinamente cuando estaba “trabajando” hasta tarde, específicamente en una habitación de hotel con su novia; no pagará ningún precio si su mentira tiene éxito.
Por otro lado, Ekman señala que “las personas así engañadas no suelen apreciar que se las engañe y están motivadas para descubrir cualquier mentira implicada. Pero no es probable que esta clase de engaño se haya dado en el entorno de nuestros ancestros con la frecuencia suficiente para dar una ventaja apreciable a quienes fueran especialmente hábiles para detectarlo. Y, como decía antes, probablemente había tan poca intimidad que los tramposos no eran descubiertos observando su actitud, sino por otros medios”.

En este caso, la persona que rompe la regla decide antes de romper la misma que él o ella harán si se le preguntan si mienten para ocultar el engaño. A menudo, el premio podría haberse conseguido, una calificación alta en un examen puede lograrse, sin hacer trampa, pero no es tan sencillo. Requiere de sumo esfuerzo (más horas de estudio).
  

Cuidar a alguien del daño

Ekman (2005, p. 328), “aunque en las mentiras que estudiamos había mucho más en juego que en otras investigaciones sobre la mentira, es evidente que no había tantas cosas en juego como en muchos casos criminales o de seguridad nacional. Ayudar a otra persona del daño es la siguiente justificación más importante por la cual muchas personas mienten seriamente. Puede que no desees que castiguen a un amigo, tu hermano, compañero de trabajo, tu pareja, cualquiera que realmente te importe. Y puedes llevar a cabalidad romper las reglas incluso si no estás de acuerdo con el delito que esa persona cometió”.

“Es posible que la precisión fuera mucho mayor si hubiera muchas más cosas en juego, porque en las grabaciones habría más indicios claros del engaño. No veo razones en contra de esta posibilidad, aunque como acabo de decir hubo algunos grupos profesionales que juzgaron con precisión nuestras grabaciones. Con todo, el hecho es que aún no sabemos por qué los otros grupos rindieron tan mal”.

Este tipo de motivo para mentir no es seguro si la sociedad las acepta. Porque en el caso de los policías cuando se niegan a declarar en contra de un compañero oficial que ha violado la ley, sus motivos son respetados. Pero muchas personas esperan que sean sinceros.
  

Cuidarse a sí mismo

Para resguardarse de ser perjudicado, incluso sin violar alguna regla es otro motivo. Cuando un niño le dice a un extraño que toca la puerta “mi madre está durmiendo, vuelva más tarde”, no ha cometido ningún delito que él o ella está ocultando. Es considerado una mentira de autoprotección.

Ekman (2005, p. 334), afirma que “en algunos casos de connivencia en tomo a una mentira puede que el destinatario de la mentira, que desea creer al mentiroso, no saque ningún beneficio de la mentira o que sólo obtenga un beneficio a corto plazo”.

También, algunas de las mentiras las utilizan para ganar admiración de otros. Alardear de algo falso es una es una instancia obvia. De hecho, es común en niños, adolescentes e incluso en adultos.

Según Ekman, “la mayoría de nosotros actuamos siguiendo el principio no escrito de aplazar el hecho de tener que enfrentarnos a algo desagradable y en ocasiones lo hacemos siendo conniventes con un mentiroso”.

Si se revela, perjudica la reputación del alardeo, pero no más que eso. Confirmar falsamente haber ganado dinero para inversionistas anteriores se transporta al entorno criminal.
  

Mantener la privacidad

Otra razón por la que las personas mienten es mantener la privacidad, sin afirmar ese derecho. Ejemplo: una hija que atiende la pregunta de su madre “¿con quién hablas por teléfono?”, nombrando a una amiga y no al chico que la invita a salir. Solo cuando existe una relación de confianza fuerte, un niño se siente sumamente valiente como para decir “eso es privado”. Dando a entender el derecho a tener un secreto.

Ekman (2005, p. 24), explica que “cuando un mentiroso está en condiciones de escoger el modo de mentir, por lo general preferirá ocultar y no falsear. Esto tiene muchas ventajas. En primer lugar, suele ser más fácil: no hay nada que fraguar ni posibilidades de ser atrapado antes de haber terminado con el asunto”.

Por otra parte, “las mentiras por ocultamiento son mucho más fáciles de disimular una vez descubiertas. El mentiroso no se expone tanto y tiene muchas excusas a su alcance: su ignorancia del asunto, o su intención de revelarlo más adelante, o la memoria que le está fallando, etc, etc. El testigo que declara bajo juramento que lo que dice fue tal como lo dice «hasta donde puede recordarlo», deja abierta la puerta para escapar por si más tarde tiene que enfrentarse con algo que ha ocultado”. Ekman (2005, p. 25).

Es un hecho real, la mentira posiciona a la persona en una postura que le permite solventar cualquier situación de engaño. 
Pero, Ekman insiste en demostrar con su estudio que:

 “El mentiroso que alega no recordar lo que de hecho recuerda pero retiene deliberadamente, está a mitad de camino entre el ocultamiento y el falseamiento. Esto suele suceder cuando ya no le basta no decir nada: alguien hace una pregunta, se lo reta a hablar. Su falseamiento consiste en no recordar, con lo cual evita tener que recordar una historia falsa; lo único que precisa recordar es su afirmación falsa de que la memoria le falla. Y si más tarde sale a luz la verdad, siempre podrá decir que él no mintió, que sólo fue un problema de memoria”.

Miente por entretenimiento

Solo algunas personas mienten porque salirse con la suya les produce emoción, probando su poder que no levanta sospecha. En algún momento, la mayoría de los niños desearán mentir a sus padres solo para verificar si pueden hacerlo. Como también, algunas personas lo hacen todo el tiempo gozando del poder que adquieren al manejar la información disponible para el objetivo.

Ekman (2005, p. 22), “los mentirosos patológicos, que saben que están faltando a la verdad pero no pueden controlar su conducta, no cumplen con mis requisitos. Tampoco aquellos individuos que ni siquiera saben que están mintiendo, de los que a menudo se dice que son víctimas del autoengaño”.

Se trata de una situación muy compleja. El ser humano que adopta este tipo de hábito como rutina diaria puede llegar al grado de no saber con certeza si dice alguna mentira o está diciendo verdad.

No sentir vergüenza

Es otro gran motivo para algunas mentiras serias y banales. Ejemplo, el niño que dice, que el asiento está mojado porque derramó un vaso de agua, y no por mojar sus pantalones. En este caso temía el castigo no por su fracaso, solo por vergüenza.

Para Ekman (2005, p. 325), “otra característica especial de nuestros experimentos recientes es que dijimos a los sujetos que serían castigados —con un castigo importante— si el investigador consideraba que mentían. Tanto las personas que dijeran la verdad pero se creyera que mentían como las que mintieran y fueran pilladas recibirían el mismo castigo”.

Eludir la vergüenza es importante para muchas mentiras menos serias que vienen bajo la rúbrica de mentiras en la vida cotidiana. Las personas suelen mentir para librarse de una situación social incómoda.

Existe la posibilidad que no sepan cómo hacerlo:
  • “No pueden conseguir niñera” (prometida para evadir otra noche aburrida).
  • “Lo siento, estoy saliendo ahora mismo” (es una excusa por parte de las personas que no sienten valentía como para ser sinceros con otros).
Por lo tanto, “y por primera vez en la investigación de la mentira, tanto quienes decían la verdad como quienes mentían podían temer que no se les creyera si decían la verdad o que se les pillara si mentían. Cuando las únicas personas que pueden temer que se las acuse de mentir son las que mienten, el cazador de mentiras lo tiene demasiado fácil y, en términos generales, la situación tiene muy poco que ver con la vida real. Y si ni quienes dicen la verdad ni quienes mienten temen recibir un castigo, la situación tiene poco que ver con las mentiras que se dan en el mundo de la justicia o de la seguridad nacional, por no mencionar las peleas matrimoniales, los conflictos entre padres e hijos, etc”. Ekman (2005).

Estos casos pueden ser catalogado como una manera de ocultar la verdad manipulando mediante la mentira por temor a experimentar vergüenza. Es utilizada para, de una forma poco profesional, practicar autocuidado.

Cordialidad

Ahora, estamos con los engaños que requiere la cortesía:
  •  “Muchas gracias por la celebración encantadora”.
  •  “Ese color no te queda muy bien”.

No son consideradas mentiras, puesto que luego de fanfarronear en el póker es una mentira, actuar en una jugada es mentir o el precio de venta no es el precio de venta.

En todos estos casos, el objetivo no es esperar la verdad absoluta, existe una notificación. Pero el farsante es un mentiroso, al igual que un estafador. Ellos se aprovechan de nuestra expectativa de que se nos diga la verdad.

Para Ekman (2005, p. 32), “otra técnica parecida consiste en decir la verdad de una manera retorcida, de tal modo que la víctima no la crea. O sea, decir la verdad… falsamente”.

El objetivo de la mentira es ser expuesta a toda costa. La misma le permite al mentiroso ser creativo en el momento que se siente acorralado, y no le queda más remedio que recitar el mejor diálogo exagerado posible. Logrando que las sospechas que se encuentran alrededor de su falsedad, desaparezcan.








Referencia bibliográfica


- Paul Ekman (2005). Cómo detectar la mentira.
Editor digital: Titivillus.

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